FILOSOFIA LATINOAMERICANA

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sábado, 12 de noviembre de 2011

LO QUE SE ENTIENDE POR FILOSOFIA LATINOAMERICANA

 “una nueva idea se considera, de entrada, ridícula, y más tarde
                                          Se desestima por trivial, hasta que por fin  se convierte en lo que
                                          Todo el mundo sabe”

                                                                            William James


LO QUE SE ENTIENDE POR  FILOSOFIA  LATINOAMERICANA
Por: Sandro Montenegro  Montenegro[1]

 Hace cinco siglos Cristóbal Colón pisó como primer europeo la tierra del Nuevo Mundo, se sacudía el edificio intelectual de la Alta Escolástica en el Viejo Mundo a raíz de los innovadores del nominalismo y conceptualismo. Pero la vanguardia intelectual de la conquista española que devastó el continente con la espada y la cruz siguiendo a Colón, todavía estaba pensando completamente en categoría” tomistas”, y habían afilado sus armas en la contrarreforma para poder atacar cualquier sospecha de herejía. La filosofía vigente en los tiempos de la Conquista era una renovación de la Escolástica representada por Francisco Suárez, Luis Vives y Fray Alonso de la Veracruz, es decir: una filosofía reformista. Los "modernistas" Copérnico, galileo y Descartes iban a llegar  mucho más tarde al Nuevo Continente. Durante siglos la filosofía “oficial" de Latino-América ha sido un tomismo adaptado por los españoles. y -espero no herir sensibilidades- En sí la tierra incógnita no era un vacío como muchos cronistas quisieron hacer creer. Pero no encontraron un sistema comparable con la Escolástica, tampoco tomos gruesos y  cubiertos de polvo que hubieran podido incorporar en su propio Mundo intelectual. Y por eso no podía haber ningún tipo filosofía en el Nuevo Continente. Esta reminiscencia histórica resalta toda la problemática, cuando  hablamos de "Filosofía Andina" y cuando queremos explicarla. No solamente pensadores europeos, sino también latinoamericanos presuponen - consciente o inconscientemente - una concepción de "filosofía" que ha nacido en la Grecia Antigua y que ha conquistado y sometido el mundo entero a través de la expansión europea.[2]

El objeto de este trabajo es contrastar dos tipos de mentalidad en función del uso de la razón: la occidental y la andina. Definimos a la razón de una manera muy simple, elemental quizás, pero metodológicamente útil. La razón es un instrumento de sobrevivencia, el más eficaz que tiene el hombre. Otros animales tienen los suyos por los que han podido sobrevivir. El hombre es además un ser social, esto es, un ser que se hace en sociedad, que se hace con otros hombres. La razón es entonces un instrumento de sobrevivencia del grupo social. Las distintas situaciones geográficas, históricas, sociales determinan la manera cómo ha de usarse la razón. De modo que pueda haber tantas racionalidades como culturas. Esto es, la racionalidad es un proceso mental que se va conformando y estructurando según las necesidades de sobrevivencia en confrontación con el reto que plantea el medio geográfico, la tradición y las creencias. La predominancia de la razón occidental ha dificultado hasta hace poco la comprensión y la valoración de otras formas de comportarse mentalmente con la realidad. Los primeros europeos que llegaron a América se encontraron con un mundo que no entendían; pero no se dieron cuenta que en verdad no querían entenderlo y, en consecuencia, poco esfuerzo hicieron por mirarlo desde dentro, desde la realidad americana. El resultado de esta actitud, en un primer momento, fue que pusieron en duda la racionalidad del indio americano. Y más que su racionalidad su sabiduría, Cuando Las Casas señaló que "los antiquísimos edificios de bóveda y cuasi pirámides (de los mexicanos) no es chico indicio de su prudencia y buena policía", Sepúlveda contestó que "también las abejas y las arañas podían producir artefactos que no podía imitar ningún hombre". No vamos  hacer aquí una exposición sobre la incapacidad del europeo para reconocer la racionalidad del hombre Americano; digamos no más que cuando menos se la otorgó para concebirlo como receptor de la gracia divina, lo que legitimó el pupilaje y la sujeción al dominador, lo que terminó - como todo sabemos - en los actos de despojo y abuso contra los indios de los que la historia cuenta. Los europeos de los siglos XVI y XVII (y aún hasta comienzos del presente) estuvieron tan convencidos de su superioridad que fueron incapaces de entender otra forma de vida que no fuera la suya. Y es que el propósito de entender otra forma de vida es reconocer los límites de la propia y, en consecuencia, admitir los fueros de la ajena[3]. En períodos de expansión y conquista no se averigua por la razón de ser del vencido. De allí que - como dice Leopoldo Zea - el "Descubrimiento de América" no haya sido otra cosa que el "encubrimiento de la realidad americana"[4]. Desde hace ya algún tiempo se nota empero en el europeo la preocupación de ver la historia desde la perspectiva del vencido. Nathan Wachtel publicó en 1971: La visión des vaincus: les indiens du Pérou devant la conquête espagnole, que es indicio del cambio de actitud. El mundo primitivo, chato, desordenado que los españoles creyeron percibir al llegar a América tuvo en verdad un orden y una racionalidad que los europeos recién comienzan a avizorar. Es pertinente citar aquí la apreciación de Paul Kirchhoff sobre el México antiguo: "El México antiguo es un mundo ordenadísimo, todo y cada quien tiene su lugar... Uno descubre cosas que parece de acuerdo a nuestro criterio desorden, y después uno descubre un orden mucho más fantástico... El orden se ve en todo”. Muy contrario a nuestra realidad actual herencia de un sistema extranjero, con unos ideales de “progreso”
Y no quiero soslayar los métodos locales que estamos viviendo, pero debemos volver la mirada a nuestras raíces, esas raíces que siguen el orden cósmico y que no van en antagonismo con la tierra ni con nosotros mismos. Es preciso darnos cuenta el nivel de profundidad de esta filosofía en relación con la europea.
No podemos enceguecernos aseverando que esta es nuestra realidad y avalar estos patrones ya que estas lógicas fueron elaboradas por hombres y por ello se pueden modificar para el mejoramiento de la humanidad la cual no va en contra del medio vital, por consiguiente quiero aludir a un fragmento del argentino Juan Bautista Alberti el cual evocare en el transcurso de mi reflexión, en un importante ensayo titulado “Ideas para un curso de filosofía contemporánea”,  ya que da luces para el tema latinoamericano y sirve como punto de discusión:

No hay, pues, una filosofía universal, porque no hay una solución universal de las cuestiones que la constituyen en el fondo. Cada país, cada época, cada filósofo ha tenido su filosofía peculiar, que ha cundido más o menos, que ha durado más o menos, porque  cada país, cada época y cada escuela han dado soluciones distintas los problemas del espíritu humano. La filosofía de cada época y de cada país ha sido por el común la razón, el principio o el sentimiento domínate y mas general que gobernado los actos de su vida y de su conducta, Y esa razón ha emanado de las necesidades más imperiosas de cada periodo y de cada país. Es así como ha existido una filosofía griega, una filosofía alemana, una filosofía francesa y como es necesario que exista una filosofía americana[5].

Alberdi niega de entrada la existencia de una filosofía universal y afirma la necesidad de que exista una filosofía americana. Estas afirmaciones crean ante todo un problema: ¿No es la filosofía por su propia naturaleza un saber universal? Si se regionaliza, nacionaliza o particulariza su objeto ¿no estamos atentando contra su propia esencia de filosofía? Alberdi parece admitir una cierta universalidad en cuanto a objetivos, procederes, medios y fines que hacen que la filosofía sea “una”. Más aún, reconoce en las filosofías ya hechas soluciones formales de tipo universal. Pero, “la forma de sus soluciones” debe contrastarse con los problemas que no son en todas las latitudes, en todas las épocas y en todos los pueblos los mismos. Los problemas creados por las necesidades, constituyen el elemento material que necesariamente localiza o particulariza la filosofía. En este sentido afirma Alberdi que nuestra filosofía ha de salir de nuestras necesidades y será, por consiguiente, una serie de soluciones dadas a los problemas que interesan a los destinos nacionales. No importa de dónde tomemos Dichas soluciones. Lo que importa es la aplicación que hagamos de dichas soluciones a los problemas propios. En este sentido de aplicación, que no de creación, utiliza Alberdi la expresión “filosofía americana “. En conclusión, afirma que “América practica lo que piensa Europa”.
 De la filosofía americana del siglo XX.  Pertenecen Alejandro Korn (Argentina), José Enrique Rodó y Carlos Vaz Ferreira (Uruguay), Enrique Molina (Chile). Alejandro Deustua (Perú), Antonio Caso y José Vasconcelos (México), entre otros[6].

 La primera generación del siglo XX recogió de Alberdi el ideal de un pensamiento propio; pero aspiro, más allá de la simple aplicación o adaptación del pensamiento europeo, a una filosofía original. Alejandro Korn, por ejemplo, traza el problema en estas palabras:

Filosofía argentina. Me imagino la sonrisa del lector ante el epígrafe. ¿Desde cuando tenemos una filosofía argentina? ¿Acaso tenemos filósofos? ¿Si es la filosofía la expresión acabada del espíritu humano, la verdad filosófica puede ser distinta de un pueblo a otro? 

incógnita, esta última, al que Alejandro Korn responde:

Séame licito recordar de paso que la filosofía no es una ciencia exacta ni ha de revestir nunca una forma definitiva; debemos por el contrario apartar las ciencia exactas… de la apreciación filosófica. En cuanto al fondo de la objeción,  bastará tener presente que la supuesta verdad absoluta de cada época histórica y de cada región geográfica la anuncia de diverso modo. Tenemos una filosofía griega y otra oriental, tenemos en los tiempos modernos una filosofía francesa, inglesa, alemana. Estas denominaciones étnicas han de tener su razón de ser. ¿Por qué, entre tanto a ejemplo de todo pueblo culto, no hemos de expresar también, en la medida de nuestras fuerzas, la verdad filosófica de acuerdo a nuestra manera de sentir?

Acepta  Korn que correspondemos al ámbito de la cultura occidental a la que por nuestra voluntad hemos aspirado a incorporarnos; añaden que hasta el momento apenas hemos hecho otra cosa que asimilar y repetir ideas importadas. Pero:

No podemos renunciar al derecho de discutir las diversas influencias que llegan hasta nosotros, ni al derecho de adaptarlas a nuestro medio; no renunciamos tampoco a las esperanza de ser una unidad, no un cero dentro de la cultura universa[7]l.

 La filosofía, por muy universal que se la suponga, es  un saber situado y raizal. José Vasconcelos  pronuncia esta misma noción con más ímpetu:

Toda filosofía implica, por lo menos en parte, una manera de pensamiento que procede de la vida colectiva y en ella arraiga… todo pueblo aspira a dejar huella en la historia, toda nación que inicia una era propia, se ve obligada por ello mismo, por exigencia de su desarrollo a practicar una revolución de todos sus valores y a levantar una edificación provisional o perenne de conceptos. Ninguna raza importante escapa al deber de juzgar por si misma todos los preceptos heredados o importados para adaptarlos a su propio plan de cultura, o para formularlos de nuevo si así lo dicta esa soberanía que palpita en la entraña de la vida que se levanta[8].

La generación normalizadora fue un grupo de autodidactas, que tuvieron que luchar sin medios y en señero por el ideal de fundar la filosofía en América Latina. ellos Consideran que no puede haber filosofía Latinoamericana si no hay filosofía, y que el problema de la filosofía en América es un problema de normalización. De aquí que se le conozca como generación normalizadora, A ella pertenecen Francisco Romero y Carlos Astrada (Argentina), José Carlos Maríategui (Perú), Samuel Ramos y  José Gaos (México), siendo la máxima figura Francisco Romero. Este plantea en esta forma su ideal normalizador:

Veamos lo que entendemos por ¡Normalidad filosófica! En este caso. Ante todo, el ejercicio de la filosofía como función ordinaria de la cultura, al lado de otras preocupaciones de la inteligencia. No ya como la meditación o creación de unos pocos entendimientos consientes de la indiferencia circundante; tampoco, por lo mismo, como la actividad exclusiva de unos cuantos hombres dotados de una vocación capaz de mantenerse firme a pesar de todo. Como cualquier oficio teórico,  la filosofía permite y aun requiere el aporte de mentes no extraordinarias; hasta el indispensable sentido para los problemas, la seriedad, la información,  la disciplina[9].


 Sin embargo, escribe Carlos Mariategui discrepando ha  Vasconcelos:

Esta bien que América se sienta predestinada a ser el hogar de la futura civilización. Esta bien que diga: “por mi raza hablara el espíritu”. Esta bien que se considere elegida para enseñar al mundo una verdad nueva. Pero no que se suponga en vísperas de reemplazar a Europa ni que se declare ya fenecida y tramontada la hegemonía  intelectual de Europa… lo que acaba, lo que declina es el ciclo de la civilización capitalista. La nueva forma social, el nuevo orden político, se esta plasmando en el sueño de Europa[10].

Por otro lado, Mariátegui, convencido del alcance de la tradición europea y  conocedor del marxismo, lo trato de “peruanizar”, más fiel a lo prescrito  por la realidad nativa que a los compendios ortodoxos de la pura doctrina.

En los cuarenta, surge la “generación técnica”  El ideal de la nueva generación fue la de realizar una filosofía auténtica. La palabra a la orden del día es “autenticidad”. Miró Quesada, y Leopoldo Zea, son sus dos máximos representantes, explica así su sentido:

Tanto Zea como yo queríamos hacer filosofía autentica…, es decir, hacer una filosofía que no fuera una mala copia mal repetida de filosofías importadas; sino que fuera expresión de un pensamiento vivo, que emergiera de nuestra propia circunstancia latinoamericana utilizando todos los medios disponibles… Nosotros teníamos la conciencia angustiada de que nuestro filosofar había sido un mero reflejo del europeo y queríamos que dejara de serlo para transformarlo en una irradiación propia.

Anhelaban  crear un pensamiento propio. El problema era el camino a seguir, que se planteaba como la cuestión de los temas. ¿Existen temas propios, o los temas de la filosofía son siempre y en todas partes temas universales? Universalistas y regionalistas se dividieron dando lugar a fuertes discusiones en congresos, en encuentros, en revistas.  Miró Quesada describe así su lucha:

Nuestra concepción de lo que debía ser la filosofía latinoamericana difería de manera irreconciliable. Para él (Zea) la única manera de hacer filosofía autentica era meditar a fondo sobre nuestra propia realidad para tratar de desentrañar el sentido de nuestra historia, el significado de nuestro proyecto existencial. Para mí, la única manera de hacer filosofía autentica era meditar los grandes temas de la filosofía clásica y actual y tratar de hacer aportes interesantes a la solución o al tratamiento de los problemas correspondientes[11].

 Universalistas y regionalistas terminaron reconociéndose como trabajadores de dos proyectos no excluyentes sino complementarios. Y en ese sentido es muy pertinente que exista esa interdependencia a fin de no limitar el discurso y poderlo apreciar desde diferentes matices y así comprenderlo en su totalidad.  Entre los regionalistas estaban los miembros del grupo mexicano de Hiperion: Emilio Uranga, Jorge Portilla, Luis Villorio, comandados por Zea. Entre los universalistas además de Miró Quesada, Eduardo Garcia Maynez, Francisco Laroyo, Risieri Frondizi entre otros.  

Una cuarta generación surge, la teología de la liberación, que inspira la conferencia Episcopal latinoamericana reunida en Medellin en los años 1968, y reflejo una filosofía de la liberación, En tales circunstancias la filosofía se cuestiona la función que venía cumpliendo al interior de la sociedad latinoamericana. Lo que se buscaba, como respuesta al nuevo reto era articular la filosofía a los procesos de cambio que vivía el pueblo latinoamericano. Una de las figuras claves que inicia el cambio de orientación de la filosofía fue el  filósofo peruano Augusto Salazar Bondy:

Vivimos alienados por el subdesarrollo conectado con la dependencia y la dominación a la que estamos sujetos y siempre hemos estado. Nuestra vida alineada como naciones y como comunidad hispanoamericana produce un pensamiento alineado que la expresa por su negatividad. Este pensamiento autentico por alineado es además alienante, en cuanto funciona generalmente como imagen enmascaradora de nuestra realidad y factor que coadyuva al divorcio de nuestras naciones respecto a su ser propio y sus justas metas históricas.

El anterior párrafo concentra el nuevo clima en que vive la filosofía latinoamericana más reciente, de la que son miembros Leonardo Boff, Paolo Freire, Adolfo Sanchez Vásquez, Abelardo Villegas, Enrique Dussel, Rodolfo Kusch, Juan Carlos Scannone, entre otros. Pero Hubo una tesis de Salazar Bondy que causó profundas polémicas

La constitución de un pensamiento genuino y original y su normal desenvolvimiento no podrán alcanzarse sin que se produzca una decisiva transformación de nuestra sociedad mediante la cancelación del subdesarrollo y la dominación[12]

Tal tesis condenaba a la cultura, y en especial a la filosofía latinoamericana, al borde del subdesarrollo, mientras no se aboliera en sus expresiones socioeconómicas-políticas. Pronto se vio claro que el subdesarrollo básico o infraestructural no tiene que forjar de por sí y forzosamente una filosofía subdesarrollada, como tampoco produjo una sociología, una teología o una literatura subdesarrollada. Por el contrario, el intelectual  articulado con la realidad puede y debe convertirse en un factor primordial de cambio.

El mutuo intercambio entre las dos generaciones que hoy coexisten en América Latina ha obrado en doble dirección. La generación técnica ha aceptado la función liberadora de la filosofía, como quedo en claro en el documento de Morelia[13], a la vez que la generación de la articulación o liberación ha asumido el ideal de autenticidad creadora de la generación que la precedió:

En resumen: a lo largo de la reflexión  pueden distinguirse cuatro cuestiones que, aunque diferentes, están en interdependencia y son:

1-    Filosofía latinoamericana como aplicación
2-    Filosofía latinoamericana como normalización
3-    Filosofía latinoamericana como creación
4-    Filosofía latinoamericana como articulación

La existencia de la filosofía latinoamericana fue negada por la mayoría en el pasado, pero en la medida que se va produciendo filosofía autentica, la negación se torna dudosa. La cuestión es lo que se entienda por filosofía latinoamericana
y en ese sentido, como lo hemos venido ilustrando hay diversidad de matices y lógicas, entorno al pensamiento latinoamericano. A mi juicio asumo una postura ecléctica, no diletante, pero si holística. Frente al problema y que de alguna manera la estuve acariciando sutilmente a lo largo del documento.
De igual manera lamento las omisiones en que involuntariamente haya podido incurrir.




[1] Magistrante  en filosofía latinoamericana USTA, lic.filosofia y letras
[2] tradición filosófica europea. Recién en los últimos años hay intentos de una propia "filosofía latinoamericana", sobre todo estimulada por la Teología de la Liberación. Los primeros intentos se entienden como una "Filosofía de la Liberación" (de orientación marxista), cuyo representante más importante es Enrique Düssel. Véase Düssel, E., Filosofía de la liberación, Bogotá 1980; Düssel, E., Filosofía Ética Latinoamericana, vol. I-V, México-Bogotá 1977-1980; Marquínez, G., Metafísica desde Latinoamérica. Bogotá 1977; González Alvarez, L.J., Ética Latinoamericana, Bogotá 1978; Rubio Angulo, J., Filosofía Latinoamericana, Bogotá 1978. Véase también: Salazar Bondy, A.,

[3] La Europa de 1600 - dice Elliot - confiaba en sí misma - más que la Europa de 100 años antes-. Y una sociedad que confía en sí misma no pregunta muchas cosas que pueden dar lugar a respuestas embarazosas. El viejo mundo y el nuevo, 1492-1650, Madrid, 1972, p. 69.

[4] Zea habla en verdad de un doble encubrimiento. No sólo los europeos han encubierto por siglos la realidad americana, sino que también nosotros hemos encubierto la realidad europea en el afán imitativo de ser occidentalññ50).

[5] ALBERDI: Juan Bautista, ”Ideas para un curso de filosofía contemporánea”, en ¿que es eso de filosofía latinoamericana? 3ª. Ed., Búho, Bogotá 1984, p. 18.     


[6] Son conocidas las objeciones que el método generacional ha suscitado sobre todo cuando se lo emplea en forma mecánica. No puedo entrar a discutir dicho método, puesto en vigencia por Ortega y Gasset, frente a otro posible. Toda periodización es  a cierto modo artificial, pero hay necesidad de alguna.
[7] KORN, Alejandro, “filosofía argentina “, en QEFL,. pp. 29 y ss.
[8] VASCONCELOS, José, “el pensamiento iberoamericano”, en QEFL, pp. 49 y ss
[9] ROMERO, Francisco, “Sobre la filosifia en Iberoamerica” , en QEFL, p. 68
[10] MARIATEGUI, José, “¿Existe un pensamiento hispanoamericano?”, en QEFL, p. 62   
[11] MIRO QUESADA, Francisco, “Despertar el proyecto del filosofar latinoamericano”, en QEFL, pp. 96 y ss
[12] SALAZAR BONDY, Augusto, existe una filosofía de nuestra América? Cap. III. Siglo XXI, MEXICO, 1968
[13] Declaracion de Morelia: Filosofia e independencia”, firmada en Morelia, Mexico, 1978 por: Enrique Dussel, Francisco Miró Quesada, Arturo Andres Roig, Abelardo Villegas, Leopoldo Zea; publicada en el libro de A. ROIG, Filosofia, universidad y filósofos. Unam, Mexico, 1981, pp. 95-101.

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