FILOSOFIA LATINOAMERICANA

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lunes, 2 de enero de 2012

LA TRILOGIA DE LA FILOSOFIA LATINOAMERICANA

LA TRILOGIA DE LA FILOSOFIA LATINOAMERICANA



Por: Sandro Montenegro Montenegro







Resumen

El documento presenta la visión de tres filósofos latinoamericanos, los cuales muestran tres posturas diferentes de cómo concebir al hombre latinoamericano y su relación, no solamente con la tierra, sino su lucha frente a esta violencia foránea, ideológica y religiosa, que pretende desdibujar su autentico rostro.

Palabras claves: burguesía, subdesarrollo, liberación, opresión, proletario, servidumbre.



abstract



The document presents the vision of three American philosophers, which shows three different views of how to conceive of Latin Americans and their relationship, not only land, but their struggle against foreign to this violence, ideology and religion, which seeks to blur its authentic face.

Keywords: bourgeoisie, underdevelopment, liberation, oppression, proletarian servitude







Inicialmente se hará una visión general frente a estos tres autores, en un segundo momento veremos la visión de cada uno, para finalmente comparar sus posturas, en ese orden de ideas Leopoldo Zea como Arturo Roig han encontrado paulatinamente en el marxismo un inobjetable instrumento de valor científico y de compromiso con los oprimidos que se quieren liberar, sin llegar a identificarse absolutamente con la concepción dialectico materialista del mundo. Zea llega a coincidir con el marxismo sobre la falsedad de la libertad burguesa y sobre la necesidad de una genuina liberación humana, de igual manera Horacio Cerutti ha reconocido en el marxismo una filosofía de La liberación, Arturo Andrés Roig destaca el trascendental paso realizado por Marx en la comprensión de la historia y su significado, para el estudio de las ciencias filosóficas estas filosofías de estos autores tienen el tinte de una filosofía de denuncia y de crítica a las alienantes condiciones que el colonialismo y el capitalismo han traído para el hombre latinoamericano.

El caso de Leopoldo Zea, el mecanismo de liberación se apoya en la posibilidad de una democracia efectiva que permita libertades políticas, culturales y económicas como condición de libertad plena del hombre. Ha llegado a aproximarse a los postulados básicos de la teoría marxista. En cambio el caso de Roig y Cerutti, es una posición más cercana a la perspectiva marxista respecto a la liberación del hombre latinoamericano, coinciden en subrayar de manera enfática que la solución de la libertad y la independencia del continente solo es posible a través de una revolución nacional liberadora de trascendentes dimensiones sociales que supere las enajenantes relaciones capitalistas y se oriente al socialismo.

Uno de los elementos que cabe destacar en la obra y pensamiento de estos dos autores es la indicación de los valores de la cultura latinoamericana y, en especial, de la riqueza contenida en el pensamiento filosófico de esta región. Zea propone una filosofía hecha desde el subdesarrollo. Para el pensador mexicano no es impedimento desenvolverse en condiciones de dependencia de una potencia extranjera para un filosofar autentico. El propio acto de hacer consciente esta dependencia es manifestación de un pensar autentico y original.

No es preciso, para ser originales lanzarse a la creación de sistemas filosóficos – señala en varias ocasiones- ; no es preciso tener un Kant o un Hegel en la historia de la filosofía latinoamericana.la filosofía nuestra, para ser autentica, no tiene porque ocuparse de tecnicismos lingüísticos (estilo filosofía analítica), descuidando la tendencia ideológica que pregunta sobre la finalidad de tal ocupación, sobre la cuestión de a quién va a servir el resultado de semejante trabajo.

Zea intenta demostrar, además de la inautenticidad de una filosofía hecha desde el desarrollo, cuando la misma “crea una idea del hombre que es la negación del hombre mismo”, cuando “ habla de la libertad abstracta, para limitar con supuestas justificaciones ideológicas, la libertad concreta, de determinados grupos de hombres”, cuando habla de derechos humanos y democracia, creando formas de represión para supuestamente protegerlos, cuando en nombre de los valores que dice proteger, justifica la destrucción de pueblos y la mutilación de la libertad de otros. Toda esa doble moral expresada en la filosofía puede tomarse como expresión de la inautenticidad a partir de la pretensión de reflejar en ella al hombre en general cuando solo se reflejaba una manifestación particular de lo humano.

Para el mexicano la filosofía, el pensamiento de estas tierras, ha sido autentico desde el mismo momento en que se empeño en demostrar al europeo que era capaz de realizar obras con las mismas herramientas que le había proporcionado el conquistador. Si de ello resulto una “mala copia” no se desprende de aquí la inautenticidad, sino todo lo contrario, resulto “mala copia” por ser autentica, por hacerse incluso a pesar del sujeto, en una circunstancia diferente. Es decir, para Zea la autenticidad de la filosofía se impone objetivamente, sin que sea una meta consiente del propio filósofo, le impone la propia realidad sobre la que se reflexiona.

La conclusión fundamental que Zea comienza a esbozar y que habrá de desarrollar en lo sucesivo es que América latina, para lograr su ansiado desarrollo, debe partir de su realidad histórica, y esta se encuentra en las características marginales de su cultura; que hay forzosamente que asimilar y no esquivar o ignorar. Solo después de tomar clara conciencia de su realidad dependiente o marginal podrá América latina encarar su tarea libertadora.

Por otro lado Arturo Andrés Roig menciona dos problemas que han sido puntos de preocupación fundamentales para los filósofos latinoamericanos: “el primero es el problema de la identidad filosófica de nuestro continente y el segundo es el problema de su liberación conceptual” (Roig, 1977, p, 193). La solución de ambos problemas hay que encontrarla en la práctica de la filosofía en América latina y entonces, para Roig es una función liberadora basada en el estudio de nuestro pasado conceptual.

Según Roig la filosofía no puede convertirse en abstracción académica, tiene que estar basada en la realidad histórica que la sustenta. El otro extremo seria el ontologismo. Es la historia, por tanto, la que da la clave para la tarea de la liberación conceptual.

Como eje rector de la liberación Roig considera la historicidad y esto es así entre otras cosas ya que esta hace posible decodificar el discurso opresor y propone por tanto reducir la historia de la filosofía y de las ideologías a una sola historia: la del pensamiento en sus múltiples expresiones.

El historicismo en el filósofo argentino se caracteriza por su originalidad y su similitud con el historicismo marxista. En él la formulación de una filosofía de la liberación, problemática a la cual no ha renunciado, significa una importancia decisiva al discurso político como forma en la que confluyen todas las otras formas o manifestaciones discursivas. La filosofía de Roig lo lleva a reconocerla como una filosofía de denuncia. Denuncia de la función opresora del concepto, proponiendo la necesidad de ir “hacia una nueva comprensión de la naturaleza del sujeto” (Roig, 1987, p, 6-7).

Roig establece una gran división entre lo que llaman un “discurso justificador” y un “discurso reversivo” (o “discurso en lugar de”) y un discurso contrario.

El discurso reversivo tiene también como punto de partida la dicotomía ( opresor-oprimido), pero su sentido no apunta necesariamente a una confirmación o justificación de una situación futura, una vez lograda la reversión; sino que gira alrededor de la categoría liberación.

La liberación es entendida de dos modos: la “reversión”, donde el oprimido se coloca en lugar del opresor, sobre la base de una lógica no menos violenta que la que rige al “discurso justificador” y sentando la necesidad inmediata de un nuevo enunciado de esta; o por el contrario, surge otra forma “discursivo- reversiva que por su propia mecánica histórico-social se coloca- o acaba colocándose- por encima de las categorías de opresor-oprimido, asumiendo lo dicotómico desde una perspectiva superadora que es, a su vez , creadora.

El filósofo argentino al analizar dicha perspectiva superadora, atribuye un papel fundamental a la necesidad de liberar a la conciencia de su modo crudamente hincada de la existencia; para ello hace una regresión a la filosofía de Aristóteles para rescatar “la problemática del lenguaje como acto de comunicación que conduce al rescate de la objetividad desde la subjetividad” (roig, 1977, p, 20). Pero esto implica a su vez un rechazo a la filosofía estructuralista, la cual creyó poderse quitar la historia de encima como quien se quita un traje usado, para ella demasiado usado, pero que no se dieron cuenta de que hacían historia a contra pelo y que acabarían siendo historiadores



A partir de un ocurrido viaje de Leopoldo Zea (1912-2004) hacia 1945-46 por varios de los países de América Latina, la historiografía de la Historia de las ideas en América logró dimensión e influjo continentales, configurando probablemente uno de los aportes disciplinarios cuantitativa y cualitativamente más reveladores a la comprensión de la realidad de América Latina, que, frente a desarrollos procedentes principalmente de la Sociología y la Economía, comenzó a perder en los inicios de la década de 1960 la presencia que había tenido en las dos décadas anteriores. Horacio Cerutti-Guldberg (1950) ha planteado una periodización para la historia de las ideas en América, distinguiendo entre una etapa de establecimiento (1940-1960), otra de afianzamiento (1960-1970) y otra de renovación metodológica (1970-1980), a partir de la cual se separaría otra regulación, en la cual eventualmente estaríamos ubicados.

La presencia de la Sociología y la Economía críticas en la línea de la teoría de la dependencia en la década de los 60 y la imposición del neoliberalismo como pensamiento único, y la consecuente crisis de los paradigmas en la de los 70, no anulan, las etapas de consolidación, renovación metodológica y normalización de la Historia de las ideas en América, tal vez le restan visibilidad por razones estrictamente opuestas.

Las expresiones de la teoría crítica en las direcciones de la Sociología y la Economía, en su condición de ciencias sociales "duras", trasladan el interés por el espacio cultural y su eje intelectual a los campos de lo económico y lo social como aquellos cuyo análisis permitirá entender y transformar la realidad.

La Historia de las ideas en América, tiene un papel central el concepto de inteligencia. La inteligencia filosóficamente constituida en América Latina supone, como su mejor posibilidad, una relación con la razón filosófica en términos de autonomía espiritual. La inteligencia alcanza sus mejores posibilidades por el conocimiento y cultivo de la filosofía, al tiempo que el ejercicio de esta última, sea directamente, sea indirectamente a través del pensamiento y la acción política y educativa, adquiere un sentido propio por la autonomía espiritual que supone el discernimiento inteligente frente al sometimiento espiritual, que inevitablemente promovería una perspectiva de aceptación de una razón totalizada

Leopoldo Zea, que comparte estos criterios y que con acentos propios ha recorrido, ha focalizado explícitamente la cuestión del sentido de la Historia de las ideas en América, elaborando, desde sus consideraciones de esa práctica historiográfica, una Filosofía de la historia americana que a su juicio estaba implícita en aquella tarea compartida con Ardao y tantos otros, y que los señalamientos de su maestro José Gaos le habrían impulsado a explicitar.

En la filosofía de la historia americana, Leopoldo Zea, conjuntamente con la consolidación de la historiografía de la Historia de las ideas en América, consagrada justamente en la unidad y novedad, en relación a la filosofía de la historia hegeliana que se ha afirmado a sí misma como filosofía de la historia universal,

Desde la década de 1970, se hace usual la expresión Historia de las ideas en América Latina para referirse a la disciplina Historia de las Ideas en América. En dicha década, especialmente motivado por la radicalización de los problemas sociales y políticos en la Argentina que de modo singular expresan los de la región, Arturo Andrés Roig (1922), confiesa haber experimentado la necesidad de proceder a una "ampliación metodológica". Esta "ampliación" como la llama Roig, o "renovación" la identifica Cerutti-Guldberg, y Zea, tal vez excede los límites de la metodología y eventualmente perfila una verdadera transformación disciplinaria.

Arturo Andrés Roig, quien desde los años 60 se adscribe al movimiento de historia de las ideas bajo el impulso de autores como Leopoldo Zea, Francisco Miró Quesada, y Francisco Romero, constituye sin dudas en los años 90 uno de los máximos exponentes de esta vertiente y sobre todo nadie como él se ha dedicado durante cerca de 30 años a sistematizar teórica y metodológicamente la esencia de dicho movimiento. Su vínculo con el mismo se debe a su temprana inclinación por los estudios sociales y su preocupación por los problemas de América Latina y su historia. Dentro del movimiento de historia de las ideas su labor teórico-filosófica puede aventurarse que se ha centrado en tres vertientes fundamentales, a partir de las cuales ha desarrollado su labor y ha propiciado el desarrollo mismo del movimiento:

1. La sistematización del concepto, el origen y la esencia de la historia de las ideas en América Latina.

2. El despliegue del enfoque metodológico necesario para enfrentar desde una óptica científico-teórica adecuada las investigaciones en el campo de la historia de las ideas.

3. El desarrollo y profundización de todo un sistema categorial clave para comprender desde la óptica de la Historia de las Ideas a los distintos movimientos, grupos sociales y personalidades de la cultura latinoamericana pasada, presente y futura. Arturo Andrés Roig se dedicado a divulgar y a dar a conocer de manera sistemática la esencia, el origen y la historia del movimiento de historia de las ideas, con ello intenta sistematizar orgánicamente un movimiento heterogéneo y complejo como este.

Roig señala un hecho que Zea omite y es que la historia de las ideas en América Latina ha dirigido su atención no a delimitar escuelas, sino actitudes. De ahí que haya encaminado su línea matriz hacia determinadas preocupaciones, que sí son comunes, y a partir de los cuales se ha nucleado; tal es el caso de la búsqueda de su misión y papel en el ámbito latinoamericano. El autor en consecuencia asevera que: «es misión de la historia de las ideas precisamente, la de construir ese ya largo y a veces difuso proceso, en el que con suerte diversa se fue dando respuesta a la cuestión de la filosofía y vida entendida esta [...] como la vida de nuestros pueblos. Lo dicho hace que se sientan incorporados dentro de lo que los filósofos denominan expresamente como .filosofía americana. O .filosofía latinoamericana., intelectuales provenientes de diversas líneas de pensamiento entre las que cabe mencionar el historicismo, el neokantismo, las diversas formas de filosofía de la praxis; entre ellas el marxismo y la teoría crítica, la fenomenología, la hermenéutica y en fin la filosofía analítica.»(ROIG, 1982, p130) Roig coloca a la historia de las ideas a partir de los conceptos de «comienzos y re comienzos como un sistema abierto, que si bien aún carece de un contorno preciso en cuanto a su definición teórico-conceptual, no lo carece en cuanto a su contenido categorial y su orientación metodológica al brindar no solo la posibilidad de renovarse metodológica y categorialmente; sino al tener orientado su quehacer teórico hacia el estudio de lo latinoamericano en el amplio sentido de la palabra, partiendo siempre de nuevas categorías o de categorías ya existentes pero llenadas con nuevos contenidos históricos provenientes de una rica historia. El «comienzo y el recomienzo» de la historia de las ideas presenta la dialéctica de la historia en su movimiento del pasado hacia el futuro. Por tanto la a sistematicidad conceptual que caracteriza al movimiento contradictoriamente le permite abrirse al mundo de la cultura latinoamericana pasada, presente y futura de forma crítica, y así la historia de las ideas se convierte en la herramienta imprescindible que acompañe a la filosofía latinoamericana, la que alcanza su «criticidad precisamente a partir de esta particular historiografía, la cual le es consustancial.» (ROIG, 1982, p.137)

Tanto Zea como Roig intentan rescatar y resaltar a partir de este sentido de la criticidad de la historia de las ideas y la filosofía latinoamericana conceptos claves que se han ido perdiendo o que han sido borrados intencionalmente de la memoria colectiva del pueblo latinoamericano, como es el caso del antiimperialismo y la real situación de dependencia económica, política, social y cultural, y abogan porque la historia de las ideas en el momento actual se ocupe de mantener al subcontinente como un ente íntegro dentro de la llamada humanidad planetaria próxima del siglo XXI; para ello debe buscarse la universalidad de expresión de la historia de las ideas, a partir del enfrentamiento de nuevos problemas, pero debe saber que ellos ya se encontraban de una u otra forma implícitos en el pasado «pues la eticidad solo podrá reforzar y revitalizar a partir de la universalidad [...] en la medida que si bien las circunstancias son nuevas, las respuestas se encuentran todas ellas implícitas en nuestra propia historia.

Otro aporte de Zea y Roig al movimiento de historia de las ideas, es referido a la búsqueda de una metodología adecuada para el estudio científico de las ideas como el caso del giro lingüístico, que no es más que incorporar a la metodología de la historia de las ideas a la metodología del discurso. La experiencia de estos autores en el estudio de las ideas en América Latina les permitió constatar la necesidad de vincular las mismas al lenguaje y al discurso donde era expresado el lenguaje. De ahí que también al discurso dedique parte de su labor metodológica sobre todo en los años 80. Las primeras etapas en sus aportes metodológicos, está dada por su entrada al movimiento de historia de las ideas y la comprensión de la necesidad de contar con un asidero metodológico capaz de orientar al investigador dentro del complejo material objeto de estudio. Las aportaciones metodológicas fueron expuestas por vez primera en 1974 en el IX Congreso Interamericano de Filosofía.

Roig a diferencia de Zea propone desde el punto de vista metodológico la búsqueda de la contextualidad de un texto a partir de su desbordamiento, o como él lo llama: momento de regresión metodológica, que no es otra cosa que: «sobre lo que el texto nos dice de su propia contextualidad y sobre aquellos datos extralingüísticos que permitan clarificar esa .contextualidad interna., podemos reconstruir el sistema de discursos referidos. En sus diversos niveles y ámbitos. El momento de convergencia discursiva.

Algo que podemos notar en Roig en relación a Zea y Cerutti es el hecho de que, en el plano de la investigación histórica concreta, ha logrado realizar obras monumentales por su valor histórico y teórico en el rescate de lo auténticamente latinoamericano; pero la explicación teórico-filosófica no se corresponde con el rigor científico que se aplica a la historia concreta; a pesar de la utilización dentro de esta metodología de elementos marxistas. Este constituye uno de los paradigmas a los cuales la historia de las ideas, y Roig en específico, no han podido dar una respuesta valedera.

BIBLIOGRAFIA

-A.A. Roig: El pensamiento latinoamericano y su aventura (II), p. 129, Centro Editor de

América Latina, Argentina.

-Leopoldo Zea la filosofía latinoamericana como filosofía sin más, Editores S.A, mexico, 1969.

-Cerutti Gilbert, filosofía de la liberación latinoamericana, fondo de cultura económica, colección tierra firme, México 1983.

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